dilluns, 23 de març del 2009

Solidaritat amb els estudiants de Barcelona

Des de Canàries i des de tot arreu, la indignació contra els mossos i la policia es converteix en reforç per la lluita!


El 12 de marzo, mientras en las calles el clamor de libertad era acallada a golpes y los cuerpos policiales manchaban la legalidad de sus funciones con la sangre e injusticia que causaban con sus porras, una ausencia, percibida por todas y todos los asistentes, era todavía más indignante que la presencia de aquellos que nos agredían con la coartada de sus uniformes: la del Sr. Eduardo Doménech.

Jamás pensamos que de todas las carencias de la máxima autoridad universitaria, tuviesemos que señalar esta última, que toca no sólo a su cargo, sino a su última razón como ser humano: la dignidad.

Personas que anteriormente dirigieron la institución universitaria, ante agresiones a estudiantes, dieron la cara, aun a riesgo de que se las partieran, para protegerlos. Y aunque muchas de sus propuestas y políticas fuesen negativas para las y los estudiantes, conservaron, empero, la fortaleza moral que caracteriza a los individuos de carácter, de rectas convicciones, personas con la capacidad humana de enfrentarse con el arma de la palabra.

No ha sido así, para desgracia de toda la Comunidad Universitaria, el caso de Eduardo Doménech. En tanto a las puertas del Rectorado estudiantes desarmados eran golpeados sin piedad por el fascismo disfrazado de policía, se escondía la máxima autoridad académica de la Universidad de La Laguna como un rey impostor en su palacete, como un dictador tras sus secuaces, como un cobarde indigno, incapaz de asumir la responsabilidad de su cargo.

Nunca sabremos si disfrutó o no del espectáculo de sangre que se celebraba en las mismas puertas de su Rectorado o si, por el contrario, tal vez se lamentase llorando desde un rincón de su despacho. Sólo sabemos de su ausencia, su indolencia ante las tropelías que se cometían, sus excusas esgrimidas en razón a lo ajeno de Bolonia -cuando en la Universidad de La Laguna es el responsable de su aplicación- para no recibir una delegación de estudiantes, su falta de talante democrático en no organizar unas verdaderas jornadas de participación y debate sobre Bolonia.

Lamentamos, pues, mucho más que las heridas causadas por los iniquidad de unos agentes de la policía que golpeaban con sadismo, el desamparo de tener como al más alto representante de la Universidad, “casa de libertad”, en el decir de Marcuse, a un cobarde, a un tirano, que se esconde tras la injusticia para defender su proyecto.